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Los planes mentales de “Voy a levantarme temprano y ser tan productivo” se habían arruinado y opté por relajarme en los confines de mi cálida y mullida cama durante un par de horas más. Me quedé flotando en el aire hasta que sonó la séptima alarma: “OMG, eres un gordito”. La mejor señal.
Me preparo mi dosis diaria de Amazing Grass Lemongrass, me pongo la ropa de correr y salgo a sudar un poco. Al instante me siento mejor, correr es tan terapéutico, tan fácil perderse en los pensamientos; pensamientos sobre el brunch.
Me entran ganas de comer, no porque me apetezca comer esto o aquello, sino porque echo de menos la sensación de saciedad. Entiendo que debe ser una sensación normal, después de todo, el cuerpo aún debe estar acostumbrándose al cambio.
Intento volver a hacer avena, la había hecho el día anterior así que iba a ser algo rápido. Un “pedazo de pis” se podría decir. Desgraciadamente no salieron muy bien, se me olvidó que estaban en la placa calentándose y luego se me olvidó que los había echado en el bol.
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Cada vez son más las personas que optan por una opción vegana en lo que a alimentación se refiere y no podía ser diferente en el panorama de los cafés especiales, donde se está prestando mucha atención a los tipos de leche de origen vegetal. Últimamente, muchas marcas comerciales están asomando la nariz ante la “leche vegana estilo barista”. De momento, la leche de avena es la que más presencia tiene en este ámbito. Aquí recopilo algunas de las que tenemos en la ciudad y os animo a probarlas porque realmente no sólo es una alternativa vegana sino otro tipo de bebida de café que también puede hacer su papel y tener su público, aunque no necesariamente veggie.
La leche de avena se elabora a partir de copos de avena hidratados, triturados y filtrados con agua, reguladores de la acidez, emulgentes y, en algunos casos, sal y azúcares. Aunque los ingredientes principales son el agua y la avena, hay leches en las que predomina el sabor a agua limpia, en otras el sabor a cereal, dulce, amargo, etc.
Para hacer este repaso y poder apreciar realmente la calidad y el trabajo de estas leches, decidí hacer leche de avena casera. Compré unos copos de avena ecológicos, los dejé hidratar durante 12 horas y al día siguiente la procesé con agua Lanjarón (la que uso para hacer café) y la filtré. El resultado fue una bebida muy buena pero poco práctica para hacer café o emulsionar y ni de lejos con tanto cuerpo y densidad como las que analicé. Aunque añadí lecitina de soja, aceite de girasol y un largo etcétera, no había forma de conseguir algo parecido a lo que se obtiene con las siguientes opciones. La sal que suelen incorporar tiende a disimular el posible amargor de la avena y potenciar un poco más la acidez. El azúcar, en cambio, disimula la acidez.
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Entonces, ¿es “Big Food, Going, Going, Gone”? Bueno, esperemos que sea Big Food Bad Food que se dirige al olvido. Pero las grandes empresas no tienen nada de malo: no son intrínsecamente malas. Aportan escala, recursos, sofisticación tecnológica, puestos de trabajo y, cuando se mueven en una dirección que está en consonancia con las mayores necesidades de la sociedad, pueden ser poderosos aceleradores del cambio positivo. Animemos a Big Food y démosle una patada en el trasero, y que Little Food siga acosándoles sin piedad. Sin embargo, tanto si se trata de Big Food como de Little Food, la clave principal del éxito comercial es producir productos sabrosos, irresistibles y en sintonía con los valores de los consumidores y de la sociedad en general. Lo que no debe gustar a las grandes empresas de alimentación que han captado este mensaje es el largo camino que les queda por recorrer. Mientras tanto, las empresas de alimentación más rentables del mundo son las que venden cigarrillos y alcohol. Los yogures ecológicos y las barritas de muesli recubiertas de chía pueden ser deliciosos, pero no son adictivos. C’est la vie, ¡es un mundo cruel!
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Pasar un tiempo en España como vegano requiere bastante compromiso, por no hablar de dinero. Bueno, a no ser que seas frugívoro, en cuyo caso es pan comido. “Soy vegano/a” puede ser recibido con miradas incrédulas en los restaurantes españoles más tradicionales, donde la carne, el pescado y/o el queso serán el centro de muchos de los platos. Si dice que es vegetariano (soy vegetariano/a) puede que le ofrezcan algo con pescado o incluso jamón, pero no demasiado a menudo. España es un país de carne, pescado, pan blanco, queso y bollería. Hay restaurantes vegetarianos y veganos en Barcelona y Madrid y algunas otras ciudades principales, pero no tanto en las ciudades más pequeñas. Sin embargo, como en cualquier ciudad, una vez que encuentres mercados donde comprar tus ingredientes y algunos restaurantes con los que puedas contar que se ajusten a tus necesidades dietéticas, lo tendrás todo listo.
Comer fuera de los restaurantes veganos o vegetarianos puede ser más difícil. La comida española está muy basada en productos animales, y el menú de tapas más tradicional puede no tener mucho interés para los veganos, pero otros restaurantes deberían tener opciones que se ajusten a tus necesidades. Si se encuentra en un lugar más tradicional, el manjar conocido como pan con tomate suele ser sabroso, y las tradicionales patatas bravas son otro elemento básico del típico menú de tapas, pero es posible que desee asegurarse de que el aceite no sea de origen animal y no se haya utilizado para cocinar artículos de naturaleza no apta para veganos. Sin embargo, dado que Barcelona es una ciudad grande y de moda, hay una gran variedad de tapas y comidas que utilizan berenjenas, garbanzos, hummus, carnes sustitutas como el jackfruit, y deliciosas verduras, y muchos restaurantes que se adaptan a una dieta vegana y vegetariana.