Guiso de garbanzos con tomate
Los frijoles son un alimento básico en muchas mesas cubanas: son baratos, pueden alimentar a un ejército y son fácilmente adaptables a cualquier cosa que encuentres en tu nevera y despensa. Hay algo en una olla de frijoles, cocinándose a fuego lento durante todo el día, permitiendo que se liberen todos los sabores y aromas, que grita comodidad casera. Además, no hay nada que se pegue a las costillas en un día frío mejor que una buena sopa o guiso de alubias. Para ser justos, yo comería esto incluso en un día cálido. De hecho, recuerdo una noche de invierno muy calurosa en Santiago de Cuba, cuando después de un día agotador de distribución de ayuda humanitaria a los necesitados, mi madre y yo no queríamos otra cosa que un buen y abundante potaje de garbanzos. Por suerte, la prima de mi madre, Virginia, que tiene fama de ser una gran cocinera, nos sorprendió esa noche con la comida reconfortante que nos apetecía.
Esa noche, su potaje de garbanzos incluía grandes trozos de calabaza dulce, patatas cremosas y acelgas abundantes, todo ello perfumado con los inconfundibles sabores ahumados del chorizo. Como nos explicó, el ingrediente número uno del ya famoso potaje de garbanzos de Virginia es “lo que sea”, que se traduce en “lo que pueda encontrar”. Como los ingredientes a veces son difíciles de conseguir en Santiago, Virginia se ha hecho un nombre creando comidas ricas e indulgentes usando “lo que sea”. Este guiso no fue una excepción. Desde que volví a casa, he querido recrearlo cada vez que puedo. Aunque los ingredientes son más fáciles de conseguir aquí, hago todo lo posible para mantenerme fiel a la filosofía de “lo que sea”, y me encuentro añadiendo lo que encuentro en mi cajón de verduras y en mi despensa ese día en particular. Siempre que los ingredientes básicos sean los mismos, puedes divertirte experimentando con “lo que sea” la próxima vez que pruebes el potaje de garbanzos.
Guiso indio de garbanzos
La sopa griega de garbanzos es uno de los platos invernales griegos más populares, entre otras sopas como la sopa griega de lentejas y la fasolada. Es un plato griego vegetariano muy nutritivo y delicioso, lleno de fibra y con un aporte único de antioxidantes. Así que, si te gustan los garbanzos, esta receta de sopa griega de garbanzos es algo que debes probar.
La receta de sopa de garbanzos griega (revithia soupa) se elabora con ingredientes humildes, pero su sencillez de preparación y presentación no le quita lo delicioso. La receta básica de la “revithia soupa” consiste únicamente en garbanzos, cebollas, aceite de oliva, limones y agua.
Para preparar una receta de sopa de garbanzos griega es importante poner los garbanzos en remojo durante la noche para que se ablanden y se reduzca el tiempo de cocción. Dependiendo de lo frescos que sean los garbanzos, el tiempo de cocción puede variar mucho, por lo que es importante comprobar si están hechos. Las diferentes variantes incluyen otras hierbas y especias, así que ¡no dudes en darles más sabor!
Las hojas de laurel, el orégano fresco o seco y un poco de ajo picado seguro que realzan el sabor. Un buen complemento es añadir un poco de caldo de verduras o de pollo junto con el agua para realzar el sabor. Algunas variantes también incluyen zanahorias, apio y pasta de tomate para enrojecer la sopa.
Guiso de garbanzos romanos Alison
Este guiso marroquí de garbanzos es una cena fácil y saludable, rica en proteínas vegetales y fibra. Utilizar garbanzos secos hace que esta receta sea más barata, además de que sabes exactamente lo que estás comiendo y no tienes que preocuparte por los conservantes y otros aditivos. Dicho esto, si tienes prisa, usar garbanzos en lata de buena calidad te facilitará la vida y podrás llevar la comida a la mesa en menos de 30 minutos.
Mi receta de garbanzos favorita de todos los tiempos es esta de garbanzos al horno (Revithada), un plato clásico griego que requiere un horneado de 4 horas para que los garbanzos desarrollen un sabor increíblemente rico y se vuelvan blandos y tiernos sin perder su forma.
Por eso, al principio pensé en hornear estos garbanzos marroquíes en lugar de hacerlos un guiso, pero temía que la acidez de los tomates impidiera que se volvieran suaves y soñadores. Por eso decidí utilizar garbanzos cocidos y bañarlos en una rica salsa de tomate perfumada con las clásicas especias marroquíes. Si quieres tomarte la “molestia” extra, puedes combinar los garbanzos hervidos con el resto de los ingredientes en un horno holandés y hornearlos durante algo más de una hora a 390°F (200°C).